martes, julio 15, 2014

Fases de la Luna y su influencia en el Planeta

Los calendarios primitivos eran principalmente calendarios lunares, es decir, los meses del año se contaban por ciclos completos de la Luna, por ejemplo, desde una luna nueva hasta la siguiente luna nueva.
Una lunación dura, como promedio, 29 días, 12 horas y 44 minutos. Un año de 12 meses lunares es unos once días más corto que un año solar de 365 1/4 días.

Las fases de la luna
Los cambios de las posiciones relativas de la Tierra, la Luna y el Sol producen las fases lunares. El porcentaje de la superficie lunar iluminada por el Sol que podemos ver desde la Tierra cambia, este ciclo se repite periódicamente cada 29,5 días.

Luna nueva: Cuando la Luna está en conjunción, su lado oscuro mira directamente hacia la Tierra, por lo cual debería resultar invisible. A pesar de esto, es posible observar el disco lunar a causa de la luz solar que la Tierra refleja sobre él.
Es la fase propicia para gestar, sembrar la idea en el interior, la esperanza, el deseo o la iniciativa concreta. Es el momento ideal para la meditación y la introspección.
Es el mejor tiempo para iniciar nuevos proyectos, para comenzar cualquier tipo de cura depurativa; es la indicada en la agricultura para arar, podar, efectuar injertos, eliminar las hierbas parásitas o aplicar un tratamiento a una planta enferma.

Cuarto creciente: Los días que siguen a la Luna nueva, se suceden fases crecientes en las que el porcentaje iluminado de la cara visible de la Luna aumenta progresivamente, hasta llegar a verse iluminado la mitad del hemisferio lunar.
A medida que la luna va creciendo en luz, el organismo está más predispuesto a crecer y expandirse. Es el período de la acción.
En esta fase aquello que se ha sembrado está en desarrollo, toma impulso, se multiplica.

Luna llena: Las fases crecientes continúan aumentando hasta que la Tierra se encuentra entre la Luna y el Sol, lo que permite que desde la Tierra pueda verse iluminado la totalidad del hemisferio lunar
Es la fase de culminación y expresión. Los procesos se hallan en su máxima expresión
La luna, llena de luz, inquieta los ánimos, desata las emociones y el organismo tiende a alterarse con más facilidad.


Cuarto menguante: Son los días que siguen a la Luna llena, las fases menguantes en las que el porcentaje iluminado de la cara visible de la Luna disminuye progresivamente, hasta llegar a verse iluminado la mitad del hemisferio lunar.
Las fuerzas y las energías se vuelcan hacia el interior, un tiempo de disminución, es la oportunidad para la reflexión y la introspección,.
En esta fase la luna decrece en luz, influye en el cuerpo con la tendencia a desprenderse de todo lo que sobre: se facilita la eliminación de líquidos, grasas y toxinas, es buen periodo para comenzar una dieta de adelgazamiento o una cura de desintoxicación.
Y… vuelve a iniciarse el ciclo, las fases menguantes continúan aumentando hasta que una semana más tarde la Luna se encuentra nuevamente entre la Tierra y el Sol y entra una vez más en la fase de Luna nueva.

La influencia de la Luna y sus ritmos

La influencia de la luna es observada desde la antigüedad. En la naturaleza, la luna mueve las grandes masas oceánicas de la Tierra, las mareas y el agua en general. Más de 85% del cuerpo humano está compuesto de agua, la Luna influye en el cuerpo y en las emociones.
La Luna para la mitología es la Diosa Madre, la Reina del Cielo. Expresa el aspecto femenino, contenedor, nutriente, cálido de la persona, el vínculo con lo femenino y la maternidad.
En las mujeres rige el útero, el ciclo de menstruación, de gestación y las mamas con que se alimentan los hijos.
La luna alimenta la imaginación, los sueños. En el plano anímico: los humores, el instinto y la hipersensibilidad.
La luna simboliza el aspecto más inconsciente del ser humano, está ligada a la memoria que guarda el inconsciente, las emociones, sentimientos, hábitos y creencias incorporadas en la niñez y que subyacen en la personalidad.

El Ingeniero Santiago Bakach Sevilla en su edición del Calendario Lunar explica: 

 

Las fases lunares y el cuerpo humano:
* Las fases lunares son en esencia las que determinan el grado de movimiento y turgencia interna de los fluidos (como se indica en el gráfico). En la práctica toda actividad que signifique sobrecarga, daño o herida de cualquier naturaleza al cuerpo deben ser evitadas bajo la influencia de las lunas llena y nueva y, por lo tanto deben practicarse con las lunas creciente y menguante. Contrariamente, toda actividad que represente beneficio a través de plantas medicinales, tratamientos energéticos u otras prácticas médicas en las que no existan efectos secundarios, debe elegirse las fases de luna nueva y luna llena.

* El ciclo de las fases lunares marca períodos alternados de actividad (crecimiento) y descanso (conservación), estos momentos deben escogerse de acuerdo al objetivo de la actividad que realizamos. Así, toda actividad cuyo objetivo sea el de lograr la regeneración o un buen crecimiento debe realizarse en los días posteriores a las cuadraturas lunares hasta antes de la luna llena o luna nueva; y toda actividad cuyo objetivo sea lograr la conservación o eliminación definitiva de algo, debe realizarse en los días posteriores de luna nueva y luna llena.

* En todo tratamiento de enfermedades infecciosas y sus posibilidades de contagio debe tenerse especial cuidado durante la luna nueva, pues en esos días es cuando más se multiplican bacterias y otros organismos patológicos.

* Los mejores momentos para intervenciones quirúrgicas debe elegirse los días de las "lunas armónicas", sextiles o trinos lunares, de acuerdo al objetivo de la misma.

* La fuerza de las fases lunares se encuentran en íntima relación a la distancia de la Luna con la Tierra en un momento determinado. Las lunas con mayor cercanía o fortalecimiento lunar y las lunas a mayor distancia o debilitamiento lunar.

* Los procesos de acercamiento y alejamiento de la Luna en relación a la Tierra (Perigeo - Pg, Apogeo - Ag) definen una concentración del impulso en los procesos metabólicos de estructura o regeneración interna cuando la luna se aleja "verticalmente" desde el perigeo lunar (Pg) al apogeo lunar (Ag) y; un mayor impulso en los procesos metabólicos de regeneración externa cuando la Luna se acerca desde el apogeo lunar (Ag) al perigeo lunar (Pg).

* La declinación lunar genera un efecto de alejamiento-acercamiento de la Luna con respecto a una latitud terrestre. Este movimiento da una mayor acción en los procesos metabólicas internos y externos de acuerdo a la latitud geográfica. Así, si la declinación lunar va alejándose de la latitud donde vivimos su acción se manifestará en los procesos internos; si por el contrario la Luna se está acercando su acción dominante se manifestará en los procesos externos.

* El paso de la Luna delante cada constelación zodiacal y su elemento asociado influirá energéticamente en cada actividad aportando cualidades particulares en el momento que esta se realice, para ello se debe guiar por la información relacionada con la influencia de las constelaciones en las actividades recomendadas.

* En todo proceso de curación se debe observar la fase lunar de nacimiento del paciente pues, durante esos días el paciente tiene mejor disposición para mejorarse.

Debido a los cambios en la atracción gravitatoria y las radiaciones que refleja, las fases de la Luna influyen en las mareas oceánicas, las temperaturas terrestres, el volumen de las lluvias, las tormentas eléctricas y los huracanes. Según una teoría, el satélite también altera los líquidos de nuestro cuerpo e influye en nuestra reproducción, carácter, violencia, estado de ánimo y salud. Pese a su relativa cercanía, en términos astronómicos, y a las misiones automáticas o tripuladas que la han observado o visitado, muchos aspectos de la Luna siguen envueltos en un misterio tan intenso como la oscuridad que baña su cara oculta. 

Todavía se debate la posibilidad de que en el fondo de los cráteres polares que no recibe nunca luz solar puedan existir apreciables cantidades de hielo, formado por el agua proveniente de los impactos de cometas, la cual podría sobrevivir en estos lugares extremadamente fríos durante muchos millones de años. Tampoco se sabe si este planetoide se formó, como aseguran muchos científicos, hace unos 4.500 millones de años, a partir de la materia desprendida como resultado de una colisión entre la Tierra y otro planeta de tamaño igual o mayor que el de Marte. Otra cuestión abierta es por qué está tan inclinado su plano orbital, ya que mientras que la mayoría de satélites del sistema solar tienen inclinaciones orbitales de 1 ó 2 grados, la órbita lunar tiene una inclinación de 10 grados respecto al ecuador terrestre. Pero hay un asunto que llama más la atención de la mayoría, por su halo legendario y su impacto sobre nuestras vidas: el presunto influjo de la Luna sobre las personas y los seres vivos. Aunque para la ciencia no hay suficientes datos que prueben que el satélite afecta el comportamiento y la vida humanos, las estadísticas, los testimonios y muchos expertos indican que los ciclos de esa esfera de roca llena de cráteres nos influyen.
Suben las mareas, hierve la sangre Por ejemplo, durante el plenilunio, los hospitales reciben más pacientes en urgencias, se cometen más crímenes, aumentan los incendios provocados, las falsas alarmas, los accidentes y los pirómanos están más activos. Pero, ¿pueden las evoluciones de una esfera de 3.500 kilómetros de diámetro, compuesta de roca reseca y llena de cráteres, que no tiene atmósfera y siempre muestra la misma cara, afectar la vida, los sentimientos y la mente de los más de 6 mil millones de personas que habitan un planeta muchas veces más voluminoso situado a 385 mil kilómetros de distancia?. 
Para algunos especialistas, la Luna no sólo moviliza periódicamente las aguas y tierras de nuestro planeta, sino también los sentimientos, ideas y acciones de sus habitantes. Según otros, la única influencia de la Luna sobre la Humanidad es cultural, al dar origen a infinidad de leyendas, mitos y obras de ciencia ficción e inspirar rituales religiosos y poemas románticos. Durante su viaje de cerca de un mes alrededor de la Tierra, la Luna atraviesa distintas fases en las que desde nuestro planeta pueden observarse distintos sectores del lado diurno del satélite el cual refleja la luz solar en mayor o menor medida. Son la luna llena, el cuarto menguante, la luna nueva y el cuarto creciente. Las investigaciones científicas y estadísticas han confirmado que debido a los cambios en la atracción gravitatoria y las radiaciones que refleja, las distintas fases de la Luna influyen en la altura de las mareas oceánicas, en las temperaturas terrestres, en el volumen de las precipitaciones, en el número de tormentas eléctricas y en la probabilidad de que se formen huracanes. También se ha comprobado que los ciclos lunares afectan los haces de energía que circulan por los aceleradores de partículas y producen deformaciones insignificantes en la corteza sólida del planeta, produciendo una especie de “micro-mareas terrestres”.

Luna y mujer, un mismo ciclo Sin la Luna no existiría la vida como se la conoce: además de influir en las migraciones de las aves y activar la reproducción de ciertas algas, la Luna ayuda a estabilizar la rotación de la Tierra, permitiendo las estaciones, que determinan los ciclos de muchas especies. También genera las mareas, permitiendo que se alimenten muchos animales de los restos que quedan al bajar las aguas. Pero, ¿ejerce la Luna algún efecto comprobado sobre la conducta, la salud, el carácter y la vida de los seres humanos?. Pese a su aura romántica y a su tradicional condición de “linterna de los enamorados”, la posible relación existente entre el astro personificado por la diosa griega Selene y los seres humanos no es precisamente una “luna de miel”. Y no sólo por su vínculo con las leyendas medievales de “hombres-lobo” o vampiros. Un momento especial es la luna llena, cuando, igual que sucede durante la luna nueva, el Sol, la Luna y la Tierra se ubican en una línea, y la gravedad solar se combina con la lunar. Entonces, algunos departamentos de policía informan de que se cometen más crímenes, algunos hospitales que reciben más pacientes en las salas de emergencia, los directores de personal más quejas de los empleados y los diarios y las revistas, más llamadas insólitas y de gente fastidiosa. Un informe del departamento de policía de Filadelfia (EUA), solicitaba a sus funcionarios que aumentasen la vigilancia durante las noches de luna llena porque “en esos días crece el número crímenes”, reflejando una creencia que comparten muchos policías en distintas ciudades, quienes no creen en la influencia lunar sobre cuchillos y gatillos, pero “que la hay, la hay”.

¿Existe el influjo lunar? Uno de los principales defensores de la influencia selenita es el psiquiatra estadounidense Arnold L. Lieber, quien en su famoso libro “El influjo de la Luna”, defiende que estadísticamente durante el plenilunio aumentan la violencia humana y hechos delictivos. Según Lieber, del mismo modo que la fuerza de gravedad de la Luna atrae y mueve las grandes masas de agua de nuestro planeta, produciendo las mareas, también desplaza el líquido del cuerpo humano, unos 40 ó 50 litros, que componen el 80% de nuestro organismo, ocasionándonos desde tensión en los tejidos e hinchazón, hasta una mayor irritabilidad nerviosa. La experta en criminología española Margarita Landi señala: “Durante mis más de cuarenta años como reportero de sucesos, he comprobado que los crímenes más cruentos fueron cometidos en noches de Luna, la cual parece ayudar a que se produzcan actos brutales y aberrantes de tipo impulsivo o pasional”. Otros expertos de EUA han encontrado que durante la Luna llena -y en menor medida, en la nueva- aumentan no sólo los crímenes violentos y delitos sexuales, sino también los ataques epilépticos, ingresos de pacientes psiquiátricos y suicidios. La relación de la Luna con la sangre no se limita a los delitos: también se han informado “correlaciones que superan los márgenes de lo casual” entre las fases lunares y el incremento de las hemorragias, las transfusiones sanguíneas y los infartos. Buena parte de la creencia en la influencia de la Luna sobre la reproducción humana se debe a que el ciclo lunar, de unos 27 a 29 días, se semeja al período menstrual de la mujer. Para los defensores de esta teoría, ello determina una relación de las distintas fases lunares con el ánimo y el deseo sexual femeninos, la cantidad de nacimientos y el sexo de los bebés. Se afirma que la luna llena activa la ovulación, acelera los partos, rige nuestros ritmos biológicos, tiene propiedades afrodisíacas e inquieta a los ansiosos o deprimidos, además de alterar el sueño.

De la leyenda al ocultismo
Según otras hipótesis, más relacionadas con la astrología o la parapsicología, la Luna influye en la belleza femenina: conviene cortarse el pelo o las uñas o comenzar los tratamientos de la piel en determinadas fases. También aumenta la actividad de ciertos reguladores hormonales como la glándula pineal o “tercer ojo”.
Los escépticos señalan que las teorías sobre el influjo lunar no han sido corroboradas por estudios concluyentes, se basan en datos anecdóticos, inconsistentes e incluso inexistentes, contrarían a veces las leyes de la física, y deben considerarse sólo como una creencia o el producto de simples casualidades, hasta que se demuestre científicamente lo contrario.
El debate sigue abierto, aunque quizá sea mejor que la cuestión se siga manteniendo en las sombras, oculta igual que la cara que nunca nos muestra su protagonista: ¿para qué quitar con los fríos datos, cifras y ensayos científicos, la más mínima parte del hechizo que emana de nuestro fascinante vecino cósmico?
Atracción
¿Para qué profanar la atracción, no sólo gravitatoria, sino también psicológica y emocional, que ejerce sobre nosotros, el único satélite natural de la Tierra: el símbolo de la femineidad, la renovación y la periodicidad, el objeto de una secreta fascinación por parte de los seres humanos desde tiempos inmemoriales?.

Libro de la luna de Jorge Trejo Canelo

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